Fuego y Tierra

martes, 1 de junio de 2021

Fantasmas con Sonrisas borradas

 

 

  

El alma siente lo que el cerebro olvida y transforma miles de formas para no imprimir sus imágenes en las pupilas cansadas de tantas historias ya escritas, de tantos seres que de tan amados se hicieron perversos. Me cansan los brazos, me tiembla el pulso y las piernas se resisten a caminar por no encontrar guijarros que me hagan retroceder para volver a mis días pasados, aunque los que procedan sean siniestros.

Se me agota el aliento de no encontrar el sustento que pinte de luces lo que yo no encuentro y me hallo aquí sin haber descubierto nada, sin haber sido nadie ni haberlo intentado porque los rostros de los demás se han encargado de borrar mi mirada. Y me hallo aquí, arrastrando mis muertos, recogiendo vestigios que, aun escasos, compusieron la melodía que persigo cada mañana y se borra temprano con el tenue haz de amanecer que abre mis ojos hasta que la realidad suplanta mis sueños de forma indecente, arrancando la pobre sonrisa que por un momento me dejó respirar tranquila y, afable, me regaló unos instantes de vida.

Por las palmas de mis manos abiertas se cuela la arena de una playa lejana, que me ha dejado el sabor a la sal de su vientre, el bullicio de las olas rompiendo, compitiendo unas con otras por besar antes la orilla y por ser más hermosas. El azul de mil tonalidades que abarca peces, rocas, viento, corrientes y plantas, amalgama de colores creadores de paletas de pintores del alma. El ancestro más preciado del fondo de nuestro pasado y resto de nuestro agonizante presente que transforma en carroña el espíritu que en siglos pasado construyó catedrales y llamó Humanidad con sus ojos perplejos ante el milagro del descubrimiento y posó su tiempo para beber de la sabiduría que ya agotó el ser humano.

Miro alrededor y sólo descubro fantasmas con las sonrisas borradas, con los ojos sin alma, repitiendo las mismas palabras que borran de sus mentes la belleza de haber sentido en su infancia la libertad de volar. Se han muerto las palabras y ha nacido el putrefacto olor a infierno, donde no existe el abrazo, donde se exterminan los besos y sólo vencen los abismos y el vacío, donde la ternura y las lágrimas han quedado desterradas para ser sustituidas por la mentira y la inhóspita sospecha del prójimo. Y yo me pregunto: ¿Quién está jugando al ajedrez con las piezas equivocadas?       

 

Isabel Martínez Pita.

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