Querido padre, te escribo desde otra dimensión en la que ya tú no te encuentras, pero te requiero y te pido tu ayuda. Sé que siempre estás cerca de mi y de toda la gente que te ha querido y nos susurras al oído tus consejos y tus sabios pensamientos que ya le pertenecen a Dios. Pero esto ya es un desastre querido padre. He perdido a mi familia como tú bien sabrás, aunque no me falla ni tu hermana Mercedes ni la tía Loli a las que tanto querías. Como sabrás, porque lo has debido de ver desde arriba, Ernesto está mal, aunque le quiero cada día más y nunca le fallaré.
Solo quería explicarte que estas han sido las Navidades más desastrosas de mi vida y mira que hemos pasado juntos Navidades horribles, sin entendimiento entre las personas de la familia y con caras de disgusto, como si no se dieran cuenta que podían ser las últimas Navidades para poder estar todos juntos.
Papá se me escapan las lágrimas y resbalan por mi rostro acordándome de ti, de tu imagen siempre afable, de tu risa que se escapaba en cualquier esquina y por cualquier rincón y que buscaba un abrazo que no encontraba los brazos amables que pedías para recorrer tu cuerpo con ellos y aliviar tu espíritu.
Papá, en estos momentos difíciles intento desentrañar tus mensajes y recuperar tus palabras para mantener mi identidad de la cual tú has sido protagonista inigualable.
Papá, te recupero con cada uno de mis pensamientos y te veo…te veo. Siempre serás el mismo para mí…la ternura de tu mirada, el conocimiento de tu inteligencia y el espíritu de la morada que albergaba tu alma.
Te quiero padre, como siempre lo he hecho. Un beso más allá de las constelaciones y otras dimensiones a las que un día me acercaré a ti.
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