¿Todavía son unos analfabetos los que quieren manejar el mundo porque no tienen sentido sus vidas sin apoderarse de lo que carecen?.
Me cuesta ya pensar que es solo el dinero lo que les convierte en viles y asesinos. Es mucho más lo que les incita a crear el odio, a matar a gente con la eutanasia deliberada y con los abortos conscientes. Me cuesta comprender qué subyace y se cuece en el espíritu de ese tipo de gente que, al parecer, son millones.
Normalidad, señores y señoras, es lo que ha acontecido a los seres humanos desde que tuvieron vida, desde que fueron peces (se supone que procedemos del agua) hasta que nos hicimos mayores y nos convertimos en seres pensantes. Normalidad es continuar la especie y favorecer las ambiciones humanas que, durante siglos, nos han proporcionado las artes, las letras, la ciencia, la comprensión, incluso saber dar un abrazo en el momento oportuno o construir grandes obras que nunca perecerán por su magnificencia y grandiosidad, e intentar, en el pequeño círculo, formar una familia y un hogar que nos aporte alegría y en el que desarrollar nuestro amor por los demás, aunque, a veces, sea difícil…, pero esa es la pretensión.
Todas estas cosas no son producto de una “normalidad” que haya que cambiar, señores expertos, son razones de nuestra existencia y evolución. Son propias de los seres humanos que han hecho de este planeta un lugar maravilloso donde vivir, pero porque el alma se transmite de generación en generación y nos ha hecho que la columna vertebral tenga una posición erecta y una cabeza alta para mirar más allá del horizonte, para surcar mares y mirar las estrellas e incluso preguntarnos acerca de las razones de su luminosidad o de su movimiento continuo.
La civilización empieza a extinguirse, el ser humano ya está manipulado y colapsado por toda la información de la imagen, el sonido y la palabra que han intentado deshacerse de lo más genuino de nuestra especie que es haber hecho de este planeta un lugar donde los colores son infinitos, donde la creación ha estado en nuestras manos proporcionando cabida a nuestros logros con los de la vida y ser compañeros de ella para engrandecerla.
Ya no vale nada. Ni siquiera es el retroceso de nuestra especie, es simplemente la destrucción de ella, su ignición.
La normalidad, señores y señoras, no hay que ni nombrarla porque no cabe en sus cabezas inútiles y analfabetas. La normalidad es el transcurso del tiempo que pasa entre nuestras manos labrando destinos y realizando obras.
La “nueva normalidad” de la que ustedes hablan está hecha para los que nunca han podido mirar al cielo y observar y preguntarse la distancia que hay entre nosotros y las estrellas para intentar recorrer el camino.