No consigo desentrañar el misterio por el que Europa quiere anular su identidad, su historia, su pasado…su gloria. Como si se tratara de una goma de borrar en un papel o un bisturí quirúrgico en un cuerpo, se han empeñado en exterminar todo lo que desde hace siglos habíamos logrado. Pero, lo más despreciable que ahora quiere hacer Europa es eliminar al europeo. Han seguido los pasos precisos y los siguen dando, poco a poco, convenientemente, adormeciendo a sus ciudadanos, primero con medidas que a todos nos sorprendieron, pero que nos dijeron que se establecían para salvar al planeta (como si en nuestras manos estuviera), por nuestro propio interés. Pero, lentamente y sabiendo que la población iría admitiendo el veneno que tenían preparado para inocularnos.
La demostración se la dimos con nuestro
comportamiento ante la pandemia que ellos mismos causaron y que no era más que
un experimento social (pobre de aquél que no lo reconozca, recibirá doble
porción de veneno). Durante aquel nefasto tiempo, el comportamiento de la gente
fue indigno, deshonroso. La población dejó de ser humana para convertirse en
borregos adiestrados, mientras los que habían causado aquella situación de
pánico se llenaban los bolsillos, se reunían en fiestas y se reían a carcajadas
entre ellos de los demás. Lo peor es que lo hemos ido sabiendo, cada caso de
corrupción (en estos casos el término debería ser otro: genocidio), pero
supieron lo que podían hacer, hasta dónde podía alcanzar el adiestramiento
social, porque no protestamos, no levantamos las calles al unísono. Nos habían
marcado la cobardía como se marcan las reses.
Son muchas las estrategias que se han seguido y se siguen
utilizando. Todos las conocemos, pero son pocos los que nos atrevemos a
contemplar sin miedo la mierda que todas ellas esconden y el fin diabólico que
persiguen. Desde la llegada masiva de inmigración ilegal, permitida e incluso alentada desde los
gobiernos europeos (España ya ha conseguido ser un ejemplo paradigmático), que
ha quebrado de forma violenta el bienestar social del que gozaba el Viejo
Continente. Sólo hay que buscar, en el caso de España, las cifras que los Cuerpos
de Seguridad del Estado y el propio Ministerio del Interior ofrecen sobre el
aumento de criminalidad, en todas sus versiones, y el origen de sus autores, durante
los últimos años.
Se nos intenta hacer creer, como si fuera muy progre y
“feminista”, que hay que aceptarlos a todos ellos y a sus costumbres, a pesar
que la mayoría de ellos no aceptan las nuestras. El caso más “divertido” es el
que ahora las feministas, movimiento que tanto ha hecho y trabajado por la
igualdad de la mujer frente al hombre, reivindica el pañuelo y la hijab de la
mujer musulmana, mientras en Irán matan a pedradas a la que se atreve a
quitárselo. Estamos locos? Parece que sí.
La “okupación” también es una bendición para la Europa
‘progre’, desde donde se proclama que ellos también tienen derecho a vivienda
y, además, se les protege, frente al verdadero propietario de ella, que, a lo
mejor, tuvo la mala suerte de dejar su casa sola mientras iba a por pan. Y
aunque no fuera así, son muchos los particulares que para conseguir unos
ahorros más, se compraron, gracias a muchos años de trabajo, otra vivienda con
el fin de alquilarla. Que no me digan que son ricos, porque la casa de los
ricos nadie se atreve a ‘okuparla’, si no, que se lo digan a tantos ministros,
gente de la política y la ‘fashion’ progre que multiplica sus viviendas como
por arte de magia. Sin embargo, ahí están los valencianos afectados por la Gota
Fría del pasado mes de octubre, los habitantes de Lorca que sufrieron el
terrible terremoto en 2011 o los de la isla canaria de La Palma, que perdieron sus
viviendas con la erupción del mayor volcán de su isla. Todavía sin recibir ni
ayudas, ni un techo donde cobijarse.
Del campo, la ganadería, la pesca y la industria, mejor ni
hablar, porque están en claro exterminio. Vemos cómo aplastan con impuestos,
con limitaciones insostenibles estos sectores, mientras de Marruecos se reciben
la mayor parte de los alimentos que el campo de España, agostado por medidas
fiscales y supuestamente ambientales absurdas, no puede dar. Aunque a los
productos de Marruecos no se les exija ninguna limitación siquiera sanitaria.
En fin, señores (y con esta palabra terminada en ‘es’, se incluyen señoras y su masculino, para quien no lo sepa). Todavía quedaba por llegar lo peor. Al control de la información y del pensamiento disidente, le ha nacido un hermanito mayor, el verdadero ‘Gran Hermano’: el euro digital. Este engendro que, como no, nos aseguran que facilitarán nuestras transacciones y “mejorará nuestra calidad de vida”, podrá, en un futuro próximo, controlar todos los gastos que realizamos, para, de esta manera, limitarnos el uso del dinero en aquellos bienes que no se consideren convenientes como puedan ser los que tienen que ver con el medio ambiente (habrá que limitar la ingestión de carne, por ejemplo, porque ya se sabe que los pedos de las vacas son causantes de increíbles agujeros de ozono) o, simplemente, consideren que tu dinero no puede permanecer inactivo en un banco y habrá que darle salida como ellos consideren.
Si no se
creen este oscuro futuro, les conmino a que sigan los programas por internet:
‘Negocios TV’, de José Antonio Vizner, con un amplio elenco de prestigiosos
economistas y analistas en geopolítica colaborando en sus programas, o se
acerquen a los espacios en Internet de Daniel Lacalle, Juan Ramón Rayo o Marc
Vidal, también economistas y analistas de prestigio, no sólo en el ámbito
español, sino también fuera de nuestras fronteras. Todos ellos les darán
información de lo que se viene con el euro digital, el último asalto de control
a la población europea. Pero, sobre todo, infórmense, lean, escuchen y
mantengan siempre la capacidad de crítica.
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