Fuego y Tierra

domingo, 21 de julio de 2024

El deseo en un cuarto vacío

 

Quisiera encerrarme en un cuarto vacío, sin nada en su interior que pueda distraer mis pensamientos, sin ningún objeto que reclame mi atención, nada que pueda servirme de fuga para el único objetivo de llorar, esa actividad que no ejerzo desde hace tantos años. 

Creo que fue una vil criatura la que me arrancó un pedazo de mi ser, ese que estaba creado para asumir la misión de desahogar la última esquina de mis sentimientos en la que una fina barrera cumplía la misión de contener el llanto o dejar desbordarlo hacia un exterior que se convertía en recaudador de mi angustia, en el único abrazo que me permitía sosiego. 

Como un borracho que cuando llega al límite de su aguante vomita el caudal de su consumo, tras lo que se queda satisfecho y consigue que su mente comience a razonar la forma de llegar cuanto antes al catre y ofrecer los delirios a Morfeo, quien cuidará de ti y aprovechará tus salvajes sueños para tejer su leyenda.

Llorar…esa aspiración física y emocional que cuando la nombro se me representa como un desierto conmigo en medio y rodeada de amplios espacios-tiempos en los que me siento completamente abandonada y anonadada de mis propios ojos secos que son la alarma de un espíritu árido y condenado a la soledad.

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