Amarga es la noche que te clama clemencia, ácidos son los días que te invierten los sentidos y buscas, buscas sin esperar ya sentido a nada. Qué burda la normalidad, que me coloca en un espacio sin sombras apenas. Qué magnífica impaciencia la que se revuelve entre sombras del pasado y no logra respirar por su propio nombre. Qué lugar sin licencia que desprecia mi silueta y no es capaz de alcanzarme la mano para sobrevivir. Son quizás sombras de mi pasado y reflejos de un futuro incierto lo que hacen de mi un problema. Son, espero, reflejos de un proyecto esperando el momento. Pero, mientras tanto, amando, como dijo un poeta...mientras tanto intentando acariciar como suave terciopelo las palabras de los dignos y de los que, como yo, creemos en nuestro propio Dios.
domingo, 17 de enero de 2010
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