Ya ni siquiera me retienes en tu casa por las noches para
darte los buenos días. Ya he pasado a formar parte del área convencional de tu
vida.
Quizás soy un broche elegante que muestras para sentirte hombre, quizás
soy el anzuelo con el que pescaste el pasado para redimir tus heridas.
Quizás tu
cerebro ha confundido las nubes con el peso de las sombras que te acechan porque
nunca dijiste que formabas parte de la melancolía.
A pesar de tu pesadumbre me
aferro al lado izquierdo de la esquina más obtusa del último de mis
pensamientos para intentar elevar el vuelo y sortear tus palabras con las que
intentas señalar los pasos de mis sueños.
A pesar de tu rastro mis brazos
siguen teniendo fortaleza para sustentarme al filo del abismo que me conduce a
mí misma. Y …al final del recodo vuelvo a retomar el paso que inexorablemente
sostiene mis hombros alentando el vuelo de mis fantasías.
Que no me quites mi
sagrado rincón de ensueños, que no me despojes del descanso merecido del lecho que
mis lágrimas han tejido para aliviar los sollozos y…entonces formarás parte de
la distancia que construye el mejor de los amigos.
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