Fuego y Tierra

miércoles, 29 de octubre de 2014

He paseado por las calles de Espronceda









He paseado por las calles que hasta hace un año me acogieron. Las personas que allí estaban me llegaron a querer a fuerza del trato que tejíamos entre copas o cafés. Me ha inundado una profunda tristeza que me ha hecho comprender que nada de lo que hagamos tiene sentido ni a nadie importa. 

Un edificio muerto, totalmente clausurado con una puerta de aluminio sellada y unas rejas frente al garaje, que todos los días guardaba mi coche, que han dejado inundar de basura e inmundicias su portal. 









He paseado por las calles que antes eran mi ciudad de día, mi recodo donde creía que podía escribir y transmitir sentimientos sobre la realidad. Ahora ya sé que nada es cierto. Todo depende del turno del tiempo que nos ocupa. Me quedo con los ojos vidriosos, con las manos temblorosas. No es la edad, no, es el tiempo de silencio. Es el amargo devenir de no haber podido gritar, de no estallar entre vidrios y poder cambiar tan solo un instante para no empezar a morir. 

He caminado por las calles que 35 años han dibujado parte de mi existencia y he llorado. Las personas que todavía están ya son vestigios del pasado. Me han dado con sus besos la distancia infinita de otras vidas, y he querido arrancarles de su espacio y volverlas a llevar conmigo en mi maleta. Ahí han quedado y con ellos la certeza de que quizás no haya ya ninguna otra oportunidad.

Somos viejos por cortesía, por amabilidad, por no quitarle la razón al tiempo, por no suplir a los jóvenes sus señas de identidad. Allí quedan, no sé dónde, los ladrillos, las anécdotas, los colores, las palabras, las miradas…engullidos entre las paredes de un edificio desahuciado y condenado al olvido. 











He paseado por las calles que me dieron cobijo y me proporcionaron una existencia entrañable y única que forma parte de mi identidad. Por esas calles paseé con mi padre. Ese edificio me lo enseñó él y lo conocí de su mano. Él logró con su palabra amable y su conocimiento que formara parte de su entramado, muchas veces para mi incomprensible.

A las personas que mantendré siempre en el recuerdo porque se han quedado adheridas a él. Al tiempo que ha labrado mis pasos con sus sonrisas. A todos ellos….y a aquellas paredes que me dieron abrigo.
































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