He sentido el azul del mar inundar mis ojos, converger con mi espíritu, aliarse con mi alma. El mar me ha integrado entre sus partículas y me he encontrado unida al universo. El mar me ha calmado porque sé que en su abrazo me acoge en el seno de la más íntima naturaleza que genera la vida, el movimiento maternal y primigenio que inspira a Ser.
Miro hacia el mar y ya lo echo en falta, qué inconmensurable y hercúlea fuerza lo hace llegar a la playa, ya sea acariciando la arena, ya sea arrastrando rocas.
Impredecible, incomprensible, caprichoso y pleno de existencia, me dejo arrastrar hacia el horizonte de esa línea azul lejana que hipnotiza mis sentidos, que me llama a desvelar sus secretos y me conmueve, parece que recitara mi antiguo nombre para que me sumerja y comulgue con él en unión sagrada para celebrar el misterio de la vida eterna.