Horadas mi pasado y despiertas mi presente, tu abrazo es el mejor de mis amigos. No te escucho, te bebo y tu sonrisa es el tierno regalo ya olvidado de los náufragos sedientos que han depositado en la orilla los restos de la embarcación en la que creyeron que un día volarían. Las campanas han quedado mudas y los nenúfares, discretos, han recogido sus pétalos. El tiempo ha quedado suspendido entre los nidos de las golondrinas. Ha llovido y tus pasos buscaban desesperados el ritmo que un paraguas nos hacía caminar unidos. Vacilaste como yo vacilo, con el temor de quebrar el hastío. Las luciérnagas se posaron en lo alto de las farolas y las estrellas gritaron un nombre que nosotros no oímos. Me miraste largamente y yo fingí mi descuido. Un libro quedó abierto por una página al azar.
sábado, 12 de junio de 2010
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