A los ausentes
A los ausentes, a los que faltan a nuestro lado
porque se han marchado o porque no están
y nos han dejado páginas en blanco para seguir contando su historia
o no nos han dado la oportunidad de saber por qué un día se fueron.
Aquellos que han dejado un camino truncado,
un abrazo suspendido en el aire y un espacio vacío desprovisto de vida.
A los sordos, a los que cierran sus oídos
para no escuchar en su interior los ecos de la voz que se expresa,
de los ojos que les miran para buscar
la palabra adecuada de ese difícil crucigrama.
A los ciegos, que en el horizonte escueto de su mirada
solo aparece como en un espejo la imagen de sí mismos.
A los aburridos, que han hecho de unos metros cuadrados
la única aventura de sus vidas.
A los cobardes, que temen la opinión de los demás
y con el tiempo adquieren la forma de caracol.
A los sumisos, que uniformados de gris
ya no ofrecen resistencia y han silenciado sus espíritus
porque sus cuerpos les parecen pesados y su infancia muy lejana.
Agradeciendo el espíritu de los fuertes y de los que aman la vida, hasta el punto de seguir creando, que es la sangre que alimenta sus días. Son más que ilusiones las pulsiones de su trabajo, son la muestra de que la muerte solo les llega a los que creen en ella. Feliz trabajo el de este rincón de nuestros ordenadores y deseando que nos podamos comunicar, aunque sea a través del pequeño espacio que nos ofrece.
A los ausentes, a los que faltan a nuestro lado
porque se han marchado o porque no están
y nos han dejado páginas en blanco para seguir contando su historia
o no nos han dado la oportunidad de saber por qué un día se fueron.
Aquellos que han dejado un camino truncado,
un abrazo suspendido en el aire y un espacio vacío desprovisto de vida.
A los sordos, a los que cierran sus oídos
para no escuchar en su interior los ecos de la voz que se expresa,
de los ojos que les miran para buscar
la palabra adecuada de ese difícil crucigrama.
A los ciegos, que en el horizonte escueto de su mirada
solo aparece como en un espejo la imagen de sí mismos.
A los aburridos, que han hecho de unos metros cuadrados
la única aventura de sus vidas.
A los cobardes, que temen la opinión de los demás
y con el tiempo adquieren la forma de caracol.
A los sumisos, que uniformados de gris
ya no ofrecen resistencia y han silenciado sus espíritus
porque sus cuerpos les parecen pesados y su infancia muy lejana.
Agradeciendo el espíritu de los fuertes y de los que aman la vida, hasta el punto de seguir creando, que es la sangre que alimenta sus días. Son más que ilusiones las pulsiones de su trabajo, son la muestra de que la muerte solo les llega a los que creen en ella. Feliz trabajo el de este rincón de nuestros ordenadores y deseando que nos podamos comunicar, aunque sea a través del pequeño espacio que nos ofrece.
No hay comentarios:
Publicar un comentario