Esteril Compañía

La soledad como única compañía es la estéril participación de la vida y, sin embargo, sus mieles me mancillan, me arrastran a una poderosa locura que hacen de mí un ser abyecto y profuso de pesadillas. Cualquier contacto con la piel me sublima y, sin embargo, huyo del abrazo forzoso que te condena el tiempo. Éxtasis de la embriaguez con la que me consuela hasta el hálito que pasa desapercibido de las sombras. Un simple rayo de sol me conforta de las múltiples mezquindades que subyacen entre las palabras y las piadosas sonrisas. Una melodía se convierte en un espacio apto para bucear y en el mar la profundidad me devuelve al seno que siempre añoré, donde la iniquidad te hace soñar y la ingravidez me devuelve a mi propio ser. Resquicios que se introducen en la agonía y te rasgan la piel.